viernes, 1 de enero de 2016

Bienvenido 2016...

El 2015 se despidió dejando estragos. Una gripe fulminante a la luz de la luna y un tobillo con tendinitis tras aerodinámica caída en el jardín, ante la cual mi talón de Aquiles parece haber llegado a su punto de inflexión... Así que hubo llanto y dolor antes de abrir las puertas a la nueva vuelta al Sol con un bello amanecer. El último resquicio de mi alma agotada... suplicando un soplo de descanso en espera de la mano de su llama gemela. Se sintió como estar de regreso de una dura y prolongada batalla. 

Añoré compartir estos días en algún lugar del mundo en el que se encuentran mis tortugas mágicas. Y lo que estaba previsto como días de lectura y escritura, paz y meditación... se convirtió en una seudo "hospitalización" en casa, una semana en cama, dos días inmovilizada (en la medida de lo posible... pues viven conmigo caninos y felinas y, bueno, tanto ellos como yo necesitamos alimentarnos...) mucho frío y lindos paisajes de sol. Confieso que, aunque disfruto mucho la televisión, sí logré sentirme aburrida. Afortunadamente, ya llegaron los días de lectura y escritura y aunque el reposo sigue siendo necesario para el tobillo, ya recuperé la mayor parte de mi actividad.

El pie todavía camina de a poco, pero ya se asoma de nuevo su forma habitual y, en sintonía perfecta con el calendario, me permitió hacer el merecido ritual de fin de año y hacer relucir mi hogar para darle la bienvenida al feliz 2016. Definitivamente, una vez libre de la gripe... la vida se pinta de colores otra vez. 

El resfrío es uno de los peores estados del cuerpo, no importa cuántas veces hayamos pasado por tal estadío... siempre nos impone un pequeño infierno de paciencia y desánimo. Realmente odié esta gripe de fin de año, que llegó como un regalo de navidad para empezar a dejar de fumar con muchos menos esfuerzos. Y sí, despedirme nuevamente del placer de fumar es una meta para este año. No sé si estoy lista para hacerlo tan pronto o si debo esperar a que culmine el ciclo de mi examen de grado (que, si todo sale bien, será en días próximos) y una vez cumplida esta meta, dar cabida a una nueva. La moraleja de esta última semana es hacer una cosa a la vez, dar un paso a la vez y caminar con pausa y ritmo constante. Más vale demorarse que tropezar.

El torbellino no cesó ahí, de pronto todo se rebosa, los platos se rompen, los aparatos se descomponen, el agua se riega, si pongo algo a calentar se consume por completo, se me pasa de sal la comida, los caninos (ya no tan cachorros) hacen una travesura tras otra, y sentí que todo estaba a punto de estallar. Como si la marea de la luna llena llegara hasta el bosque, a manera de una explosión de energía contenida y concentrada que necesita expandirse y liberarse por completo. Del mismo modo que mi garganta se quebraba de ardor, al tiempo que mis pulmones se purgaron por completo y todavía no reconozco el sonido de mi voz. Sentí como si mi corazón estuviera en plena catarsis y solo el llanto lograra restaurar sus latidos, aún cuando no tuviera un motivo preciso para llorar... simplemente se removieron tales emociones y el sencillo hecho de dejarlas fluir me hacía sentirme renovada. Como si el oleaje de mi vida tomara la altura de un tsunami y me jalara mar adentro con toda la fuerza del caos, tras un fuerte remezón que sacude el fundamento de mi carácter para con majestuosidad (espero) poder alcanzarla desde la cúspide y retornar a tierra firme, al descanso de la playa, al abrazo de amor. 

El misterio de estos días, que me hicieron preguntarme con desesperación ¿por qué? ¿quién me hace esto? ¿qué está pasando? justo ahora que me siento tan bien... ¿de qué se trata? ¿cómo puedo disfrutar del futuro y sonreír en medio de tal tempestad? como si fueran dos emotividades disociadas en el tiempo y en el espacio. Que para encontrar su sintonía necesitan estallar cara a cara, una vez superada la mediación que tuvo lugar para lograr un tiempo de excepción de tres años para concluir mi doctorado. Y tras la colición, al fin... puedo volver a descansar. De ahí el significado del reposo y el arte de la convalecencia. 

Como decía, el misterio de estos días... es aprender a vivir con tal poderosa energía que alberga en mí, sin explotar, sin consumirme, sin contenerme. Tomarla en mis manos, saber dirigirla hacia los caminos que le permitan expandirse como luz y materializarla en obras. Esta navidad me regaló una nueva forma de ser. Quizá ése es el significado del nacimiento de Dios en nuestros corazones, la llegada de Jesús en medio de todas las adversidades. Y es por ello que no tengo más que sonrisas para recibir este nuevo año. Con la promesa  de no volver a pasar una navidad ni un año nuevo sola en casa... pues una cosa es el disfrute de los tiempos en soledad y otra es la dicha de encontrar un lugar en el mundo para amar y ser amada. Y sí... junto con mi talón de Aquiles, mi soledad también llegó a su punto de inflexión... valga la redundancia... pues si lo piensan con un poco de cuidado... son una y la misma cosa. 

Así que... queridas tortugas no sean tímidas en el futuro y no olviden brindarme una morada para compartir las festividades que nos hermanan... Por mi parte, espero que la prosperidad me alcance y poder brindarles un poco de mis festejos postergados. En especial el pavo, con la receta de la abuela, que tanto he extrañado por dos años consecutivos. Y quienes lo han probado, saben a qué me refiero. Así que empiezo a contar los 360 días de alegría que faltan para tal deleite.

A ritmo pausado siguen los festejos de año nuevo, ayer fue la fogata y fundir en ella todas las deudas con el pasado, las luces de bengala, el brillo de la casa y el cuidado de sí, hoy fueron la uvas y las lentejas, y queda para mañana el vino y una rica lasagna... invitadas están queridas tortugas... Solo falta el baile... que ojalá encuentre como pretexto mi examen de doctorado en puerta. 

Será un enero de sol, todavía frío al cabo de las cabañuelas pero a la aurora de febrero ya se siente que regresa el calor que alberga la primavera. Enero también anuncia todavía paciencia y pasos cortitos, paréntesis de descanso para recobrar fuerza y energía, buen ánimo por la mañana, música, letras y uno que otro retraso en este reacomodo entre el 2015 y el 2016. Y ya mañana febrero nos contará cuál será el sino de su espíritu bisiesto y renovado.


Y tú... ¿cómo recibiste la marea alta del último oleaje del 2015?




Gracias 2015.
Bienvenido 2016...
Reciban un gran abrazo lleno de magia de tortuga!!!
Y prepárense todas para recibir 
las dichas que nos depara 
el tiempo nuevo.
Que como les conté...llegará sin violencia, pero no sin el dolor de la conmoción que todo el esfuerzo de la transición implica. Y recuerden, no hay llanto que no alcance para sanar. Así que vivamos sin miedo nuestro dolor para lograr vivir con valentía nuestra felicidad.



Gracias a Olivia que me brindó su solidaridad infinita ante la urgencia de mi tobillo. Gracias a Martín que me invitó a pasar la navidad con su familia y a los que me invitaron con gran generosidad a cenar ayer... pero estaba escrito que estos días eran de estar en casa y despedirme de mis días de soledad con broche de acero, y que mis fiestas estarían interrumpidas, lo cual se anunció con anticipación, una parte de mí estaba preparada para tales eventos poco gratos pero afortunados al fin... pues todos son parte de la gracia de Dios que colma nuestro destino de regalos sorpresas y sueños cumplidos, aun cuando a veces no comprendamos porqué nos suceden tales cosas... o sintamos que están fuera de nuestros planes. Afortunadamente, el Universo tiene mejores planes que los que alcanzamos a vislumbrar a través de las mediaciones de nuestra conciencia. Y son las caídas las que nos dan la fuerza y la pauta para seguir adelante con paso redoblado. Nos obligan a detenernos un momento y mirar ahí en donde habíamos olvidado mirar, como un rompecabezas e infinito que se transfigura una y otra vez. Amén 


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