viernes, 23 de enero de 2015

8 días después...

Lo difícil de dejar de fumar es el tiempo para leer y escribir. La disciplina para organizar las actividades del día. La inmensa soledad que añora una conversación. La concentración que se distrae en el pensar. La impaciencia de un tiempo lento... que te detiene sin sostenerte en otra cosa que en ti. En el ritmo de tu propia respiración. Que debe acostumbrarse a sus propios latidos y aprender a dejarse llevar como si flotaras sobre el mar sin temor alguno. 

Ahora mismo, aquí sentada, bajo el sol, en consonancia con el mecer de una hamaca. Ahora mismo, se me escapan las ideas. Porque la mente siempre va más rápido que la pluma. Porque el sentir del alma siempre es más pausado que la palabra. La voz es primero que la letra. Y la contemplación nos es más natural que la expresión. El sentir nos es más importante que el hacer. El soñar nos es más propio que el producir. De otro modo... las drogas en su conjunto e inmenso caudal de opciones no serían tan, pero tan, exitosas entre los seres humanos, a través de las generaciones, la historia y las culturas.



Y tú... ¿qué drogas prefieres?


Buenas noches queridas tortugas.

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